Reformar la ley electoral, suprimir el Senado o la Casa Real, aplicar el artículo 155, realizar un referéndum o reformar la Constitución… ahora resulta que todo el mundo tiene su particular receta al parecer infalible pero nadie se atreve a plantear lo que España realmente necesita: una Cúpula del Trueno. Dos hombres entran, uno sale. Esta es nuestra propuesta para el cambio. Sería la forma más razonable de resolver nuestras disputas políticas y mientras qué bien nos lo pasaríamos viéndolo, pues no hay mayor espectáculo que un combate en cualquiera de sus formas. Si incluye mazos con pinchos y motosierras mejor. En las películas hemos presenciado innumerables duelos bajo mil apariencias distintas, a menudo como desenlace y momento álgido de la narración. Así que aquí va nuestra selección, aunque pueden añadir algún otro ejemplo si quieren.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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Hasta que llegó su hora
Los contendientes clavan su mirada en las pupilas del otro, quietos aunque tensos, midiéndose mutuamente, un matojo rodante pasa por el fondo impulsado por el viento mientras los presentes, de haberlos, guardan silencio expectante. Finalmente uno de los dos desenfunda, intercambian disparos y el malo cae abatido. Nos conocemos de memoria el cliché, pero muy pocas veces se ha contado mejor que en esta escena rodada por Sergio Leone y acompañada por música de Ennio Morricone. Funciona como un cortometraje que permite comprender toda la trama, incluso por qué al protagonista lo llaman Armónica.
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Sanjuro
Basta ver a alguien con una de esas pequeñas coletas en el moño que se han puesto de moda y ya podemos hacernos una idea de qué clase de persona tenemos delante. Sin embargo hubo en otro tiempo gente muy respetable que las llevaba. Hablamos por supuesto de los samuráis, todo un ejemplo a seguir en los que Akira Kurosawa centró parte de su filmografía, como esta cinta rodada en 1962. La secuencia tiene un cruce de miradas y una tensión que nos remiten al western y podría también titularse «El chorro de sangre que emocionó a Tarantino», pues según reconoció el cineasta fue una de sus principales inspiraciones para Kill Bill.
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Cyrano de Bergerac
Don Quijote se debatía en el capítulo treinta y ocho sobre «la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos». El propio Cervantes cultivó ambas artes con esmero y en esta maravillosa adaptación de la obra teatral Cyrano de Bergerac tampoco sabe decidirse entre la pluma y la espada, así que se queda con ambas. Incluso de forma simultánea, componiendo un poema al mismo tiempo que se bate en duelo. Una escena de la que el vídeo que vemos sobre estas líneas solo muestra el comienzo, aunque en el original francés puede verse aquí.
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8 millas
Lo de batirse en duelo mediante versos improvisados tuvo continuidad en el tiempo y aquí vemos a Eminem en esto que los raperos llaman «batallas de gallos». También al igual que Cyrano hace de la autoparodia un recurso con el que dejar a sus rivales sin argumentos.
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El bueno, el feo y el malo
Es curiosa la importancia que le damos a las miradas como forma de comunicación. Según dicen los biólogos evolucionistas la esclerótica, el blanco del ojo, habría evolucionado precisamente para indicar a los demás a dónde dirigimos nuestra atención. Establecer contacto visual con alguien es fundamental ya sea para lograr complicidad, enamorarle o intimidarle; mirar a los ojos a otra persona es un acto de tal impacto emocional que si lo hacemos durante diez minutos seguidos podemos llegar a sufrir alucinaciones. Así que como no podía ser de otra forma los cruces de miradas son una parte esencial del lenguaje cinematográfico. ¿Y quién sostenía mejor la suya que Clint Eastwood? Aquí lo tenemos en este duelo a tres.
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Mad Max: más allá de la cúpula del trueno
Negociudad era una sociedad ecosostenible donde todo podía aprovecharse, el metano en electricidad y la justicia en espectáculo. Uno realmente entretenido de hecho, de forma que el duelo que enfrenta al protagonista con el Golpeador se convierte el momento cumbre de la película.
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El Imperio contraataca
Un combate con espadas láser contra un villano de excepcional carisma que culmina con una de las revelaciones más impactantes de la historia del cine. No le falta de nada a esta escena.
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Karate Kid
La patada de la grulla causó estragos en muchas mentes infantiles: era tal su efecto dramático en el desenlace de la trama que necesariamente debía tratarse de un golpe letal. Compañeros de clase la imitaban durante peleas en el recreo, con la convicción de quien recurre al arma más temible de su arsenal, pero la gravedad era traicionera y el resultado inevitablemente estrafalario. Uno que iba lanzando patadas de la grulla sin acertar más que al aire terminó años más tarde de candidato a alcalde, no les digo más. En cualquier caso en la película el movimiento quedaba muy vistoso.
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Matrix
El combate final entre Neo y el agente Smith es un guiño explícito a los duelos de las películas del Oeste, con ambos contendientes situados frente a frente y unas hojas de periódico haciendo de matojos rodantes (estepicursores, se llaman en realidad).
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Los duelistas
Basada en la novela de Joseph Conrad, quien a su vez se inspiró en la historia real de dos oficiales húsares durante la época napoleónica, la primera película de Ridley Scott (de la que ya hablamos aquí) ya mostraba el esteticismo que distingue al director. Con esos planos que parecen cuadros nos va mostrando los sucesivos duelos que van teniendo lugar con el paso de los años, mientras la historia sigue su curso. Este cuarto enfrentamiento es interesante porque vemos, además, el miedo que atenaza al protagonista antes de intentar librarse de ese pelma al que jamás logra quitarse de encima.
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Barry Lyndon
Esa exquisita atención a la imagen la encontramos aquí aún más acentuada, por algo es un film de Kubrick. A lo largo de la narración los duelos tienen una importancia fundamental, pero nos quedamos con el primero.
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La princesa prometida
¡Cómo olvidarnos de esta escena! Después de ayudarle a subir a la cima de los Acantilados de la Locura para poder matarlo en justo duelo tras soltarle su archiconocida frase, Íñigo y Westley se enfrentan admirando mutuamente su pericia con la espada, mientras mencionan a maestros de esgrima que existieron realmente. El combate es tan limpio y ambos tan nobles que no podía acabar con sangre derramada.
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Aliens: el regreso
Podríamos discutir si esta es la mejor película de James Cameron —para servidor está claro— pero de lo que no cabe duda es que la secuencia más icónica es esta. Se abre la compuerta y Sigourney Weaver aparece al mando del toro mecánico futurista para enfrentarse a la reina alien. Estremecedor.
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