El día que acudió a visitar a su novia difícilmente pudo imaginar el poeta mexicano Francisco González Bocanegra que esta acabaría encerrándolo en una habitación: ahí permanecería hasta que compusiera un himno nacional, le advirtió inflexible. Claro que el hecho de que él no pudiera salir no significaba que las musas no lograran entrar, así que cuatro horas después le pasó por debajo de la puerta un sentido manuscrito que, efectivamente, terminó siendo el himno de aquel país. Algo parecido se cuenta del costarricense, cuya música fue compuesta en un fogonazo de inspiración por el director de la banda militar, puesto bajo arresto con la orden de escribir de inmediato una partitura que debía tocarse al día siguiente en un acto oficial. Se ve que nadie había reparado en ese detalle hasta entonces. ¿No es hermoso y hace sentirlo como propio un himno caracterizado por las prisas de última hora, las improvisaciones y el trabajo bajo presión?
Pero ambos tienen más elementos en común, pues si el segundo amenaza «cuando alguno pretenda tu gloria manchar / verás a tu pueblo, valiente y viril / la tosca herramienta en arma trocar», el segundo se lanza sin tapujos a hablar de guerras sin tregua, cañones que rugen y olas de sangre. No son la excepción, dado que Paraguay promete luchar «contra el mundo, si el mundo se opone», mientras que el himno griego del insigne poeta Dionisio Solomós describe miradas fulminantes, filos terribles de espadas y ropas ensangrentadas y, en fin, qué decir del francés. Todos los himnos nacionales tienden a ser bastante similares, de ahí también que cada uno proclame que los paisajes más bonitos están ahí, como por ejemplo el de Lesoto, que además de pedir lluvia, lo que siempre viene bien en África, aclara que entre todos los países es el más bello, ¿qué va a decir si no? Una vez se enfila la épica patriótica no cabe andarse con medias tintas señalando que en todas partes cuecen habas o que a los compatriotas a veces no hay quien los aguante. No, «Deutschland über alles» y si de paso se habla mal de los vecinos, mejor. Pero qué sabremos de nada de esto si España es uno de los cuatro países del mundo cuyo himno carece de letra… Afortunadamente, para compensar tenemos los correspondientes a cada autonomía y/o región, oficiales u oficiosos (hay casos particulares, como comprobaremos), en ellos repararemos a continuación. Así que voten y a ver qué sale, también pueden polemizar si lo desean en la sección de comentarios.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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«Eusko abendaren ereserkia», del País Vasco
Qué mejor forma de empezar que por uno que tampoco tiene letra. O sí, pero no de forma oficial. Porque la peculiaridad de este este himno es que la melodía, «Eusko abendaren ereserkia», es el himno del País Vasco, pero cuando se le añade la letra pasa a ser «Gora ta Gora», el himno del PNV, escrito en su día por el propio fundador del partido, Sabino Arana. De ahí la oposición de un sector del espectro político vasco a lo que consideraron una imposición partidista. El árbol al que alude en la letra que incluimos a continuación es, naturalmente, el de Guernica, que es para los vascos algo muy ancestral y telúrico, más o menos como el árbol de las almas de los na’vi en Avatar. Más allá del símbolo ha habido varios robles plantados en ese lugar, siendo el primero de ellos aquel bajo el que los Reyes Católicos juraron los fueros vizcaínos.
Gora ta Gora Euzkadi Arriba y Arriba Euskadi
aintza ta aintza gloria y gloria
bere goiko Jaun Onari. a su buen Dios.
Areitz bat Bizkaian da Hay un roble en Vizcaya
Zar, sendo, zindo viejo, fuerte, sano
bera ta bere lagia lakua como él mismo y su ley
Areitz gainean dogu En el roble encontramos
gurutza de una la cruz santa
beti geure goi buru siempre nuestro lema
Abestu gora Euzkadi Canta «Arriba Euskadi»
aintza ta aintza gloria y gloria
bere goiko Jaun Onari. a su buen Dios.
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«Asturias patria querida», de Asturias
Que un himno se cante en estado de ebriedad es signo inequívoco de que ha sintonizado con el alma del pueblo. Paradójicamente, para ser un tema de exaltación patriótica resulta ser muy cosmopolita, pues la melodía provino de Polonia a través de unos mineros llegados a Asturias y la letra de un cubano, Ignacio Piñeiro, en honor a la tierra natal de su progenitor. Respecto a su alcance, no es solo conocida y cantada en toda España, como vimos hace unos meses —y encontramos sobre estas líneas— ha llegado con éxito incluso hasta las antípodas.
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«Pongamos que hablo de Madrid», de Madrid
La Comunidad de Madrid tiene un himno oficial que es este, por el que el filósofo Agustín García Calvo cobró una peseta por escribirlo en 1983, así que al menos no salió caro. Tampoco barato, dirán algunos viendo el producto adquirido. Es divertido y se pierde en divagaciones geométricas y patafísicas de un Madrid que se proclama «¡uno, libre, redondo, autónomo, entero!» y que es «todos y nadie, político ensueño». Es el himno trol por excelencia, pero tan estrambótico que al final resulta poco representativo: prácticamente no hay un solo madrileño que conozca la letra de memoria y la mayoría ni siquiera sabe que existe tal canción. Dado que un himno por definición ha de ser algo popular, que cree un vínculo identitario/afectivo, ¿no cumpliría mejor esa función la canción de Sabina?
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Himno de Aragón
La melodía fue compuesta por Antón García Abril, autor de la música de las series y películas españolas más destacadas de las cuatro o cinco últimas décadas, como aquella tan vibrante de El hombre y la tierra. Respecto a la letra, fue escrita por tres poetas y desde luego tiene empaque, particularmente el estribillo:
¡Luz de Aragón, torre al viento, campana de soledad!
¡Que tu afán propague, río sin frontera, tu razón, tu verdad!
Vencedor de tanto olvido, memoria de eternidad,
Pueblo del tamaño de hombres y mujeres, ¡Aragón, vivirás!
Pero quizá le falta algo. Suele ser interesante prestar atención a historiadores extranjeros hablando sobre España, dado que tienen menos tabúes a la hora de hacer observaciones sobre cuestiones controvertidas o incómodas, de manera que respecto a este himno señala Norman Davies con cierto pesar que no hay en él alusiones explícitas a la Corona de Aragón, que no es un episodio menor en el pasado de esta región.
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«La Balanguera», de Mallorca
En este caso lo que nos encontramos es que el Gobierno de las Islas Baleares tiene un himno pero no es el oficial de la comunidad. Sí hay uno para Mallorca, cuyo origen merece la pena resumir. Joan Alcover fue un político y escritor nacido en esta isla a mediados del siglo XIX que siendo muy joven quedó viudo. Las desgracias no vinieron solas, dado que los tres hijos que había tenido con su difunta esposa también murieron en los años siguientes y otro de los dos hijos fruto de su siguiente matrimonio también falleció. Un sentimiento de pérdida que quedó reflejado en su obra literaria y más concretamente en un poema titulado «La Balanguera», que retomaba una canción infantil. La de arriba es una interpretación de María del Mar Bonet, aunque la cantante Chenoa hizo una versión también.
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Himno de Andalucía
Hay detalles muy curiosos en torno a este asunto de los himnos; en Estados Unidos por ejemplo la ley establece incluso la posición que deben mantener todos los civiles presentes mientras esté sonando (en pie, orientados hacia ella y con la mano derecha en el corazón), aunque no hay castigo para quienes la desacaten. También hay otros aspectos un tanto cargantes, como en el mismo título del himno oficioso «God Bless America», oiga, ¿y al resto del mundo qué? De tales ramalazos exclusivistas queda libre el de esta comunidad autónoma, proveniente de una canción popular adaptada por Blas Infante, que apela a Andalucía, pero también a España y hasta a la humanidad, no vaya a quedarse nadie fuera a la hora de repartir parabienes.
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«Canción del sembrador», de Castilla-La Mancha
Según nos explican en la página web institucional: «A pesar de que el artículo quinto del Estatuto de Autonomía indica que la región tendrá un himno propio, en la actualidad tras más de veinticinco años de aprobación de dicho estatuto no se ha llegado a un acuerdo sobre un himno apropiado para la región». No obstante, se señala como una de las candidatas a esta canción que forma parte de una zarzuela llamada La rosa del azafrán, que es una adaptación de El perro del hortelano, de Lope de Vega.
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Himno de La Rioja
En este caso hay melodía oficial pero no letra, aunque suele considerarse como tal la escrita por el director del periódico La Rioja, José María Lope Toledo. La música del vídeo de arriba parece una sintonía de dibujos animados, así que de la web de la comunidad es posible bajarse un archivo de sonido que suena con más seriedad.
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«Himno a La Montaña», de Cantabria
Aparte de ser un famoso tertuliano y autor de libros de autoayuda como Ser feliz no es caro, no todo el mundo sabe que Miguel Ángel Revilla es además presidente de una comunidad autónoma situada en el norte de España, de la que al parecer no le termina de gustar su himno. Ya ha expresado públicamente su deseo de sustituirlo por la canción «Vientos del norte», que él mismo ha cantado en televisión. Si es interpretada con semejante chorro de voz quizá los cántabros no puedan resistirse, pero en cualquier caso la oficial a día de hoy es la que tenemos sobre estas líneas, compuesta en 1926 por Juan Guerrero Urreisti.
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Himno de Melilla
Ana Riaño fue una profesora universitaria melillense especializada en historia, lengua y literatura sefardí, que también tuvo tiempo para escribir la letra que compuso en 1935 su madre, Aurelia Eulalia López Martín.
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Himno de Ceuta
En este caso la letra, que alterna entusiastas vivas a Ceuta y a España con los que enardecer el sentimiento patriótico, fue escrita por Luis García Rodríguez, mientras que la música correspondió a Matilde Tavera de García y Ángel García Ruíz.
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«Os Pinos», de Galicia
Este es un himno muy hermoso, porque además de estar cargado de inspiradas referencias a los paisajes gallegos aprovecha para llamar imbéciles a unos cuantos, que es algo que siempre viene bien y se hace poco en esta clase de composiciones. El texto corresponde al escritor decimonónico Eduardo Pondal, concretamente a un poema suyo titulado «Queicume dos pinos», del que extrajo cuatro estrofas para este tema al que puso música Pascual Veiga. Tampoco podemos dejar de mencionar otros himnos oficiosos que podrían ocupar dignamente su lugar, como «Miña terra galega» o «Galicia caníbal», que además todo el mundo podría corearlas.
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Himno a León
La comunidad de Castilla y León carece de una canción oficial que la identifique, así que en su lugar ponemos el de la ciudad de León, estrenada con motivo del V centenario del «Paso honroso», una gesta caballeresca realizada en un puente del Camino de Santiago por la que el noble Suero de Quiñones expresó al mundo su devoción por doña Leonor de Tovar con tal destreza que más adelante El Quijote se hizo eco de ella, así como este himno. La interpretación que vemos aprovecha la acústica de la cueva de Valporquero.
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«El canto a Murcia», de Murcia
Esta región disfruta una gala anual en TVE, un privilegio del que carece cualquier otra. Lo que no tiene sin embargo es un himno oficial, así que lo más parecido es «El canto a Murcia» de La Parranda, una zarzuela que incluye precisamente ese estribillo que da título al programa mencionado: «Murcia, qué hermosa eres».
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«Els Segadors», de Cataluña
En 1640, durante el curso de la guerra contra Francia que requirió el asentamiento de los tercios de Felipe IV en Cataluña, tuvo lugar una insurrección protagonizada entre otros por los segadores que dieron título a un romance popular, siendo a finales del siglo XIX cuando adoptó su forma actual de la mano del poeta Emili Guanyavents. Durante los últimos años su significado político se ha incrementado considerablemente, como ya saben, y es fruto de airadas controversias sobre su representatividad, simbolismo, etc.
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Himno de Extremadura
Sin ánimo de desmerecer un símbolo que será importante para algunos ni a su autor, José Rodríguez Pinilla, en una tierra que ha dado figuras como Vasco Núñez de Balboa, Francisco Pizarro, Hernán Cortes o Inés de Suárez entre tantos otros, una raza híbrida entre espartanos y jabalíes, este himno que se limita a aludir a los colores de la bandera, el aire limpio y la paz (¿la paz?) resulta un tanto desangelado, blandengue incluso. Será el signo de los tiempos…
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«El himno de las Cortes», de Navarra
Las Cortes de Navarra fueron una institución surgida a mediados del siglo XIII, cuyas reuniones periódicas con el paso del tiempo fueron acompañadas de la llamada «Marcha para la entrada del Reino» que tenía lugar en la catedral de Pamplona, de donde proviene este himno.
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«Arrorró», de Canarias
Teobaldo Power fue, a la manera de Mozart, un niño prodigio en el ámbito musical que despertó la admiración de su tiempo y murió también muy joven, con solo un año más, dejando tras de sí la pregunta de qué más habría podido llegar a hacer. Entre lo que sí le dio tiempo a componer en ese intervalo fueron los Cantos Canarios, donde adaptó a la música clásica una canción de cuna llamada «Arrorró», y que hace quince años pasó a ser oficialmente el himno de las islas.
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Himno de la Comunidad Valenciana
Concluimos con este que fue estrenado en la Exposición Regional Valenciana de 1909 y por tanto conocido inicialmente como «Himno de la Exposición». Su música fue compuesta por José Serrano y la letra corresponde a Maximiliano Thous Orts. El primer verso, «Para ofrendar nuevas glorias a España» levantó cierta controversia en sus inicios que en los últimos años ha vuelto a reactivarse.
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